El viernes 15 de enero de 2010 era un día normal (aburrido) hasta que una divina mujer se apareció ante mi vista en el Metro de Medellín, fue uno de los instantes más INEFABLES de mi vida, porque -al percibirla de pies a cabeza- me quedé sin palabras para comunicarle las sensaciones tan bonitas que me generaba sentirla cerca; en consecuencia, mi silencio me condujo a un "voyeurismo" extremo, peligroso y osado, con el cual sentí tanto placer como si hubiera besado su dulce boca o su delicada mano durante todo un día, puesto que para mí besar una mano tan tierna, tan sensible, tan exquisita es algo sagrado. Me encantó tanto que NO pude evitar vislumbrarla detenidamente entre las Estaciones de San Antonio y de la Floresta, en muy pocos minutos supe que se caracteriza por la ternura, la alegría, la sensualidad, la delicadeza, la prolijidad, la calidez y la magia que enamora: es tan ATRACTIVA que nada tiene que envidiarle a la DIVINA DIOSA AFRODITA. Sus ojos de color miel también a veces me miraban con sorpresa e insistencia y en ocasiones con algo de disimulo e inseguridad, su rostro caucásico se tornaba ruborizado, su cuerpo tenía más curvas que las calles de Barbosa; pero con un pavimento lleno de glamour, de belleza, de elegancia. Su piel se percibía suave, fina, sensual... Su sonrisa se tornaba sincera. Ella era seductora, sin ser coqueta. Llegó el momento de bajarme del TREN, sentí que la felicidad en la vida era evanescente, creí que jamás tendría el placer de conversar con ella, de decirle que increíblemente me hacía sentir cosquillas en el estómago, me sentí impotente por NO saber cómo hablarle, cómo acercarme a ella y más siendo yo un simple DESCONOCIDO.
Lamentablemente con ella –aquel día- NO pude cruzar las palabras que evidenciaban nuestras penetrantes miradas y sus dulces ojos, sólo pudimos susurrar una triste despedida "chao", sólo pudimos compartir ese día 6 o 7 minutos desde un INEFABLE SILENCIO, ese día me reproché en exceso NO haberle hablado, NO preguntarle cómo se llama, a qué se dedica, cómo hacer para encontrarla e invitarla a que se tomara un café conmigo. Me dio tanta rabia creer que jamás volvería a verla, a mirarla, a observarla, a sentir la BELLEZA MAGNA de sus SUBLIMES OJOS.
Por fortuna 10 días después, cerca al Parque Berrío, nos encontramos otra vez por casualidad. En esta oportunidad sí me atreví a hablarle, a decirle que me encantaría compartir ideas con ella, a solicitarle que si no le molesta: me encantaría tener por lo menos su e-mail, a darle un tierno beso en la mejilla y a manifestarle que me encantaría saber más de su ser y a disfrutar del privilegio de tenerla cerca en más ocasiones, para así disfrutar de su INEXORABLE ESPECTRO ENCANTADOR. Ella aceptó mi llamado, confió en mí, me saludó también con amabilidad, NO se enojó cuando le solicité su correo electrónico. Ambos íbamos de afán, pero me sentía feliz, en sólo 1 minuto pude tener un dato relevante de ella, ahora sí podía escribirle a su correo, decirle muchas cosas bonitas que estaba sintiendo, así corriese el riesgo de ser ignorado e incorrespondido.
Lo primero que hice al llegar a mi casa fue mandarle un mensaje, en el que le decía tantas cosas que sentí el 15 de enero, lo ingenuo que fui, lo indeciso y lo afortunado que fui al encontrármela otra vez. Ella me respondió de manera muy amable, me envió su número de teléfono sin tener que solicitárselo, de inmediato la llamé, conversamos tres horas seguidas, me habló de sus sueños, de sus experiencias, yo hice lo propio. Ambos nos decíamos cumplidos, reconocíamos que entre los dos había un magnetismo, una magia, una química increíble... Era tan inmenso el deseo de idilio que me atreví a invitarla a un helado y a que saliéramos al día siguiente.
El viernes 27 de febrero de 2010, en nuestra primera cita oficial, NO pude separar -por un muy buen rato- mis inquietos ojos de la cara de ella, yo sabía que la estaba ruborizando, el color de su piel se asemejaba a los "rayitos" de su cabello, ella me insistía -sin mucha convicción- en que "NO la achantara más", que fuéramos más despacio, que se sentía muy rara al tenerme tan cerca; no obstante, mi mirada fija sólo deseaba percibirla, mis anteojos eran fútiles, mi miopía me posibilitaba centrar mi percepción sólo en ella, nada me importaba, ella por varias horas consecutivas fue MI MUNDO, solamente quería que ese instante NUNCA terminase, me sentía como en un CUENTO DE HADAS, quizás ni las miradas de Romeo y Julieta eran tan prolijas como las que ella y yo sentíamos en dicho momento.
Por consiguiente, NO sabía cómo explicar esta situación o el constante cosquilleo en mi estómago; pero sí sabía que, en mis mapas mentales, ella siempre me encantaría en sus dimensiones lógicas, éticas y estéticas, sabía que difícilmente -al pasar el tiempo- cambiaría esa imagen grandilocuente que tenía de dicha dama... En ese instante, NO era necesario saber más sobre ella, para deducir que -desde ese tiempo- se hizo muy merecedora de todas mis palabras y que, independientemente de lo que pase en un futuro, jamás olvidaré la forma tan misteriosa, tan SUBLIME y tan encantadora como la conocí a ella. En aquella época NO me importaba el poco tiempo de distinguirla (Cronos); aunque sí me interesaba la calidad de lo que compartimos en muy poco tiempo.
Desde entonces, la DIVINA MUJER en mención me ha hecho vivir en una INIGUALABLE ensoñación idílica, pese a los obstáculos normales en cualquier relación de pareja, ella y yo seguimos unidos por un inmenso sentimiento que nos ha conducido a luchar contra las más complejas ODISEAS, que nos ha motivado a creer que estamos hechos el uno para el otro, que nos ha inducido a amarnos locamente, que nos ha empujado hacia el más dicotómico AMOR PURO, en el que hemos vivido los mejores y los peores momentos de nuestras vidas, en donde los momentos alegres se duplican y los instantes tristes también.
Finalmente, NADIE se imagina lo feliz que me siento de haber hallado a una dama tan encantadora como ella, en un UNIVERSO tan grande en expansión, en un Planeta tan inmenso, en un Continente tan extenso, en un país de 44 millones de habitantes, en una ciudad que NO es pequeña. Por esas cosas enigmáticas, fascinantes e inesperadas de la existencia, Rebeca (mi amiga y colega de la docencia) se fue a vivir para el sector de la Floresta y el susodicho 15 de enero de 2010 decidí visitarla, fui a saludar a una amiga y encontré a la MUJER DE MI VIDA: EL AMOR llega en el momento que uno menos lo espera.
En última instancia, eso es el amor: el sentimiento más hermoso del mundo; pero a la vez, el sentimiento más difícil de conservar a través del tiempo y del espacio. Eso es el amor, ir más allá del deseo y del placer, ir más allá del simple interés particular, ir más allá de la felicidad momentánea y de la tristeza de sentir que la persona amada se irá en cualquier momento para siempre, ir más allá del orgullo y de la humildad. Finalmente, con esta mujer aprehendí que amar va mucho más allá del querer o del desear, que amar también nos lleva a sufrir; pero que ese sufrimiento es sólo una metáfora de lo que es la vida, porque en la existencia también existe ese "zic zac" que es extremista y que, a la vez, es lo más excitante.
PARA: Alexandra Palacio (mi amada desde el 15 de enero de 2010).
DE: Wilmer Zuleta (un hombre que sólo conoció el AMOR hace dos años y medio).
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