Sobre mis huesos...
un monton de recuerdos,
una fecha de llegada
y una de partida.
La soledad, mi fiel compañera,
me habla y aconseja:
Todo fue ayer
ya todo es olvido;
tus huesos tan secos,
secos como tu espíritu.
Descansa, duerme, duerme
con el canto del gorrioncillo
que cerca de ti ha hecho su nido.
No hay más... no ayer
ni mañana, todo ha pasado.
Más, me resisto a morir
y me aferro a tu recuerdo.
Rodeado de fría humedad
siento de nuevo tus besos,
tu cálido abrazo rodeando mi cuerpo
Y vibro lleno de vida
aunque ahora solo sea huesos.
Sobre mi tumba cae
un ramos de rosas;
un rostro divino
se llena de lágrimas.
Desde abajo te lleno de besos
y sigo tan vivo aunque solo sea huesos.
Rodolfo Gongora Quintero
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