Sé que estoy aquí, que difícil es ser uno mismo y seguir siendo un aprendiz
mi laboratorio poético está a punto de fundir
porque el tiempo maldito, vino a obstruir el sentido de mi sentir.
Un tacle con pelota, una patada en los huevos y la tristeza hecha gaviota
volar por los cielos en busca de la libertad remota
cambiar de obligado y volver otra vez a empezar.
Te di mi tristeza, te di mi felicidad, te di hasta lo que tenía adentro y sin embargo quieres más
¿Cuánto es lo que siento? ¿Cuál es la cualidad?
quisiera decir que te amo, pero, no se cuan grave será.
Si supieras lo que siento, a la quiebra se iría tu mal
si pudiera mostrarte el estilo exuberantemente poético e irregular
él, se apodera del mundo con el simple hecho de amar
él, se apodera de mi mismo y no me deja de afectar
si tan solo conocieras la estructura de mis esquemas, odiarías la maldad.
Mi empresa se fue al descenso por dedicarse a sentir y nunca, jamás a cobrar
regalando poesía desde la miseria de mi arrabal
experimentando tanta veces que cada vez intenté, procuré hacerlo más formal
siguiendo la línea recta de la coherencia que me lleve a la “A”
aunque el poeta haya fundido sensores, pistones, bielas y cigüeñal.
Ser poeta no es una meta, pero lo hago por gustar
me hace doler la nuca, justo ahí, en la medula espinal
ahí en donde nacen y maduran los glóbulos rojos
de ahí nace mi poesía y se ramifica dependiendo del antojo
ser poeta es contener alto grado de radiación
mutando lo producido y destruyendo en la producción
ese arte antiguo que actualmente se perdió.
Las ciencias poéticas de mi laboratorio literal, dejaron emancipar los sentimientos y ellos buscaron la libertad, dejando hasta su último aliento en la creación del experimento fatal.
Gabriel Palou
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