El trabajador sin tiempo, el artista, el que no se subordina al calendario por razones pesimistas, el creador de los mundos, el de la directa observación, el que sitúa las realidades desde su específica y pragmática posición, él, infiere las hipótesis de una voz sin voz, desde la conciencia, desde su interpretación, dándole el lugar privilegiado al oyente de la acción, y así, deducirlo específicamente a él, como sujeto emisor.
El locutor siempre será tácito y neutral, ya que el texto fue creado con el fin de que el lector lo pueda activar; es en él dónde reside la fuerza de su máxima expresión, él, va amojonando supuestos que filtren la red cognitiva de aquel que lo construyó, y así poder ser descodificada por el receptor, en la narrativa más intensa con extensión.
Reemplacé la realidad por la ilusión, y fue la fantasía la que en verdad me ganó, alteré las sensaciones y también la percepción, la circunstancia se hizo psicoactiva y el ánimo creyó, que su nivel de consciencia era la expectativa mejor, para construir el mundo desde su radical posición, la de los agudos sentidos, indeterminados por la movilización que siempre me ha poseído, la de mi contexto lingüístico que siempre me engañó con su fenómeno representativo.
Fantasía y realidad, se tejieron en la trama de una palabra como verdad, los conceptos se mezclaron y la visión se hizo autista al escuchar, esa reflexión indirecta que los sentimientos y las emociones distorsionan para crear, un mundo perfecto ante un medio habiente natural, ahí, el lenguaje no encajaba por no tener coherencia inferencial, ahí, la interpretación quedaba de lado al igual que la conjetura y la subjetividad, porque el juicio no existía, ni la simbolización espectacular.
La visión y la escucha, son los sentidos amplificativos de nuestra vida en continua lucha, en continuo cambio y modificación, es en esa dirección, que los mundos se crean cargados de valor, captando la belleza que se deforma en la imaginación, en un planeta relativo con millones y millones de posiciones que el observador puede fabricar en su cognición.
Yo, un ciego pintor o un sordo poeta en la lengua de la sistematización, decidí producir mi mundo desde ésta isla transversal del yo, del mí, el holograma psíquico que nunca aprendí, donde quedé atrapado al reducir mi lenguaje artificial para la comunicación, pero hice un esfuerzo, algo así como una precipitación, utilicé mi cuerpo e hice una intelectual distinción, lo usé como herramienta para una cierta finalidad que el arte me pidió, armé un juego con lo poco que tengo para dar en mi razón, y el que lo descifre tal vez entienda mi realidad, la de ser un artista con el mínimo material para crear, condiciones diferentes en larga distancia de la abstracción mental (escucha y habla).
............................................................... Palou J.G
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