(La verdad solo tiene base económica para algunos; progreso y evolución no son sinónimos)
El tiempo era futuro, la humanidad supuestamente había progresado en la evolución, las ciudades o los Estados, junto con sus respectivos ciudadanos creían haber llegado a un nivel superior que en cualquier otro momento de la Historia del Hombre.
Ellos creían, pero su fe los hacía delirar, ellos, los líderes de casi todos los pueblos, es decir, los políticos, los jueces, abogados, científicos, economistas, banqueros, militares y empresarios, cada uno con su terrorismo de Estado, habían decretado en nombre de la Justicia, que deberían ser expulsados de la ciudad todos los artistas, tantos como poetas, músicos, artesanos, pintores, y cualquier tipo de sujeto que practique oficios libres en su modo de ser o de vida.
Los dueños del poder, habían ejercitado la función como si en él se hubiesen reencarnado, a cuenta propia y a voto cantado, decían que, desterrados estos fenómenos, la ciudad crecería más rápida y técnicamente sin que pueda haber ninguna resistencia a la planificación del calendario.
Los líderes de los Estados, así lo dispusieron y así lo ejecutaron, desterraron a todos los artistas que pudiesen entran en la categoría de la inspiración hacía el arte, ya que decían que con ellos, la civilización en algún tiempo se iba a estancar, en la barbarie de un lenguaje que la sociedad ya no quiere escuchar, pues solo habían oídos para el progreso y nada más; dicho y hecho, estos fueron expulsados y en la ciudad se logró la perfección de todo lo mecanizado, pero a su vez, en ella, no había ni lugar, ni tiempo para la risa, ni para la contemplación, ni mucho menos para la improvisación, siendo todo programado en la pantalla de un celular o de un televisor.
Los artistas al haber sido brutalmente desterrados no les quedó otra opción más que fundar su propia ciudad-estado, con mucho esfuerzo y fuerza de voluntad, crearon la ciudad “Amarte”, ésta, era antitética a la civilización ya que había regresado en el tiempo, pues ahí, no existía ni el confort ni la tecnología, no existía el computador, pero a eso, a sus habitantes no les causaba ningún temor, pues si algo les sobraba era el amor, ya que su moral era muy productiva, ya que su ética era práctica y no solo basada en la teoría.
En ella no existía ni la ambición, ni la maldad, ahí, nadie era más que nadie porque entre los hombres y mujeres no existía el peldaño o el escalón o la diferencia entre pares, ahí nadie tenía más poder que sus semejantes, ahí se practicaba la igualdad, pero el lugar que los hacía a todos diferentes era a la hora de actuar, de mostrar su arte o expresar su ser. Las fiestas era lo típico de la rutina, lo que sí, ahí no existían los compuestos farmacéuticos terminado en nomenclatura ina, ahí, los rituales eran naturales como los de la Psilocybe, la Ayahuasca, el San Pedro y María, así se purificaban las almas para generar un destino conciente en una sociedad constructiva, ya que lo psico-sensorial en su primera faceta clasifica la impresión de los objetos para que los sentidos puedan ser activados por el gusto de cada uno de los sujeto.
Ciudad Amarte estaba regida por una sola regla, la única y más importante en el crecimiento espiritual de los ciudadanos, ésta era, la de realizar los trabajos artísticos hasta que el sol se posara en el estadio de la hora sin sombra, en el cénit, en ese momento, cada uno de los ciudadanos quedaba libre para ocupar su tiempo como más le gustara, es decir, que las personas de esta etnia no estaban sobrecargados en su programación periódica, ahí no existía el estrés, ni el suicidio por la presión externa, a ellos, solo les regia una gran ley, ésta era como antitética al Japón, a Palestina o a Israel, ahí sí, cada quien era el arquitecto de su destino y de su vida, ya que no estaban sistematizados para la producción en serie de la globalización asesina, ahí no era una tiranía la religión , pues la religión de Amarte consistía en entregarse por completo a las artes, como si ella fuese su dios, y así, se dirigía su agradecimiento de alguna manera, con el arte terminada, dirigiendo la expresión hacía dios desde la más profunda pena de su corazón como enseñanza individualizada.
Todo conocimiento certero es semiótico y a su vez este lenguaje es semióticamente hipotético, en la ciudad de los artistas, se había creado una especie de identificación para la intuición, este proceso era como un habla general del pueblo, que se practicaba socialmente entre todos los integrantes de esa sociedad; esta consistía en llegar a la profundidad del conocimiento del silencio absoluto, y de ahí, el mismo los guiaría directamente y sin mediación hasta la idea-acción que los sujetos debían realizar, a su vez esta idea-acción se enfocaba o hacía énfasis, puro y exclusivamente en el arte que practicaba cada uno de los sujetos, era algo así como una técnica para la conexión o la comunicación con la divinidad enteógena, al liberar el alma y al hacerla cómplice de la verdad.
Amarte había quedado aislada de toda red terrorista, y del marcado, la envidia junto con la ambición se había perdido u olvidado por completo del recuerdo, era como que se había podido constatar empíricamente el mecanismo de retroalimentación que había afectado a la ciudad, por una parte, la tecnología había regresado al pasado, pero por otra, la humanidad de esa población reducida del resto, había evolucionado espiritualmente a otro nivel de consciencia individual, sus costumbres ya no eran las mismas, éstas, habían cambiado porque la maldad era una facultad que se había neutralizado en el corazón y en el pensamiento de los habitantes, esto se había producido por un factor fundamental, lo material ya no tenía importancia y solo se dedicaban puntualmente a la expresión del sí mismo en la subjetividad, al canalizar el arte como medio para evolucionar hacía la prudencia de nuestro ser existencial.
__________________________________________________ Palou J.G
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