Raudo, veloz, fuerte, levantaba diez veces lo que equivaldría
Su peso, Koki la hormiga, salió de su hormiguero,
en busca del alimento para el reino, hasta que llegó la pisada de un zapato
Y dejo de negro aquel panorama, el llanto no son de hormigas,
a pesar de la honda huella dejada en ellas, . . .
es de un niño que llora la guerra de las intrépidas.
Novato.
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