Se comunicaba con ella todos los días por internet, por el Chat, y cuando la ventanita del Messenger titilaba, se iluminaban sus ojos y se apresuraba a dar respuesta, ambos se engatusaban con cada palabra que se escribían, había embrujo en ello, se seducían en cada letra de amor.
El sabía que se llegaría el día en conocerla, que no solo serian palabras a través de la red, esas palabras sensuales que ya había perdido con su esposa. La insistencia de conocerla, la necedad que descontrola y dejándole ciega la razón, creaba innovaciones en su mente, en su alma en su corazón.
Ella por fin concedió la cita para tomar un café en el lugar acordado. Se vieron, se acariciaron las manos, se besaron, se confesaron amor.
Se concretaba por fin, la ilusión de aquel conecte virtual, encontrando nuevos detalles al describir mil palabras que fueron concluidas en el motel.
Cuatro paredes el testigo de la habitación y en una de ellas, había un reloj contando los minutos de placer que ambos se daban. La música suave de fondo al ritmo Gardel y ellos, se amaban, sentían como los besos eran cada vez más profundos, ella se dejaba seducir por las caricias, por las inquietas manos que se deslizaban en su cuerpo, en su cintura, en su vientre y más abajo, hasta encontrar la gloria.
Las prendas de cada uno, fueron cayendo como si compitieran para ver quien lo hacía primero, hasta quedarse en ropa intimas siendo éstas, las últimas las que cayeron al piso, quedándose al desnudo los cuerpos ardientes al deseo del pecado. . .
Sucumbió el amor, se aguadó la esperanza, se enfrío el averno, se encendió el cigarrillo y empezaron las palabras.
El agradeció los bellos momentos que pasó con ella manifestándole el despertar de los placeres dormidos.
Ella sonrió, le quito el cigarrillo de la boca y fumó prolongadamente, soltó la bocanada de humo en su rostro, siguió sonriendo esta vez, con sarcasmo.
Dirigido hacia él su mirada penetrante, con una voz pausada y de resonancia seca, le dijo:
_”Me alegra que te haya gustado el placer que yo te di, que hayas disfrutado el momento y que fue un rato para ti, ¡muy feliz! Me alegra que haya sido un momento agradable, de tu miserable existencia,. . . ¡Solo un momento placido, solo un momento que durará lo que te quede de vida_”-
El con su inocencia aun o comprendía las palabras de amor ofrecidas, le dio nuevamente las gracias, ella apagando la colilla en el cenicero de la mesa de noche, se vistió rápidamente yendo al tocador para embellecer su figura, se peino, se pinto los labios y viendo de nuevo a su compañero de cama, le acaricio el rostro con el dorso de su mano y continuo hablándole:
_ No me des las gracias amor, hubieras sido más feliz no haberme conocido, pero ya ves la tecnología conecta mundos y tu, te has conectado al mío._
De su bolso sacó un perfume lo roció en su propio cuello, dejando la rica fragancia en la habitación, después sacó un preservativo que puso en la mesita de noche y dirigiendo su mirada a él, dijo: _Si hubieras usado esto, tendrías salvación_ y dirigiéndose a la salida de la habitación, finalizo diciendo: _Amor mio, bienvenido a mi club,. . . ¡Bienvenido a la red del SIDA!.
Bernar Marroquin - Novato